La aproximación de la temporada de los monzones en el sudeste asiático amenaza la supervivencia de los más de 300.000 refugiados de la etnia tamil que se encuentran en campos de concentración tras la guerra que libraron las fuerzas gubernamentales y la guerrilla de Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE). Las lluvias torrenciales que se esperan para los próximos dos meses en la zona hacen presagiar que se puede alcanzar una situación humanitaria dramática. Y es que las lluvias caídas el pasado agosto ya anegaron Menik Farm, campo en el que se concentra la mayoría de los refugiados, por lo que se reducen las esperanzas de que las instalaciones aguanten más de dos meses de precipitaciones casi ininterrumpidas. Las organizaciones humanitarias advierten de que la situación humanitaria es “insostenible”.
El ejército de Sri Lanka tiene prohibida la entrada a los periodistas en los campos de concentración. Además, las autoridades están obstaculizando la labor de las ONG en la zona. Los desplazados conviven hacinados y tienen limitados los movimientos dentro de los campos. La mayoría de ellos se encuentran separados de sus familiares y el ejército ceilandés intimida mediante palizas y vejaciones a aquellos que se atreven a conversar con miembros de organizaciones humanitarias.
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